jueves, 14 de junio de 2007

Gasolina

Hace un par de días nuestro buen amigo, el director Julio Hernández, nos ofreció asistir a la proyección de su primer largometraje, "Gasolina". Julio ya ha trabajado con el CCE (realizó el minidocumental "Quijote 45,5" hace un par de años); en estos últimos meses habíamos recibido inmejorables comentarios del comentario del guíon y, además, que narices, Julio nos cae muy bien, así que más contentos que unas pascuas le dijimos que sí.

Esta primera copia, aún en edición, dura casi dos horas; durante ese tiempo la selecta pero variada concurrencia (cineastas, curadores, periodistas, directores y demás gente de mal vivir) tuvimos la sensación de que "Gasolina" va a marcar un antes y un después en la cada vez más dinámica escena cinematográfica de Guatemala.

Durante estos últimos dos años hemos asistido a un cada vez mayor ritmo de rodajes y estrenos: el trabajo serio y constante de los chicos que componen Casa Comal, "Sweet Dalila" y otros valientes proyectos de Mendel Samayoa o la particular visión fílmica de Mario Rosales han ido configurando una nueva cinematografía guatemalteca. Nueva cinematografía nacida en la precariedad de medios, la falta de apoyo oficial, cierta escasez de público y la juventud de sus creadores, pero que con "Gasolina" entra, definitivamente, en el principio del fín de esta primera etapa.

"Gasolina" es un primer largometraje, y eso se nota. Todavía faltan por pulir cuestiones de ritmo o editar algunas escenas, pero aún así es una película sólida y honesta. Plantea situaciones creibles para el espectador, ambientadas en una Guatemala plausible que es abordada con una mirada muy particular, casi de road movie, un viaje iniciático amargo que culmina en un estallido tan inesperado como coherente.

Cuando se encendió la luz, quedó flotando en el aire la sensación de haber asistido a un momento importante...y a una buena película.

jueves, 7 de junio de 2007

Presentaciones y otras formas de tortura moderna.

Qué quieren que les digamos: estamos convencidos de que una de las plagas de nuestro tiempo, en nuestro ámbito profesional, son las presentaciones de actividades culturales.
Y es un fenómeno curioso: el público ansía que comience la función de teatro, o la proyección de cine, o la presentación de una magna obra sobre, pongamos, catas de vino español, interacción y propuestas. Se apagan las luces, el escenario se ilumina y sube un señor (o señora) que, con más empeño que fortuna, emprende una apología sobre lo que se va a ver minutos después. Cuando acaba siguen unos aplausos, cuya intensidad es directamente proporcional al tiempo empleado en la presentación en sí, y que suelen estar motivados más por el alivio que por una sincera convicción. El señor (o señora) desaparece y, por fín, comienza el espectáculo.

El CCE, convencido de la necesidad de registrar usos y costumbres, y sin ningún fin util en particular, ha sistematizado -tras varios meses de observación- la tipología presentacional, sección actividades culturales, en esta nuestra Ciudad de Guatemala, y las subsiguientes reacciones del público asistente, principal víctima de esta curiosa tradición:

1) Formal-Ceremoniosa: Comienza con una lenta y prolongada enumeración de los cargos públicos que asisten al acto; magistrados electos, embajadores, nuncios apostólicos, ciudadanos eméritos, sobresalientes deportistas, artistas consagrados y capitanes de la industria
sonríen entre incómodos y satisfechos cuando se les agradece su presencia en la sala. En los casos graves, también se hace referencia a las señoras de los mismos -excepto, obviamente, en lo que atañe a los susodichos nuncios apostólicos-, que, vaya usted a saber por qué, son identificadas con un adjetivo calificativo y su nombre de pila (caso clásico: "Señor Embajador de la República de Mongolia Exterior y su señora, la adorable Evelyn").
El resto del público -las clases bajas, para que nos entendamos-, presta atención con una mezcla de aprobación y curiosidad ante los primeros cinco nombres, comienza a revolverse inquieto en sus butacas durante los diez siguientes e inicia los procelosos caminos que llevan a las revoluciones si la situación se prolonga mucho más.
Escenario habitual: Instituciones oficiales, institutos binacionales, museos estatales y privados, recepciones y ágapes corporativos.

2) Apologética-revindicativa: El presentador suele estar relacionado directamente con lo que viene después. Inicia con una prolongada acción de gracias, en la que se invoca seres divinos, ayudas familiares y consejos paternales. Continúa con una minuciosa descripción de las ingentes dificultades superadas para llevar a buen término la empresa cultural en cuestión, y concluye con un recordatorio al público asistente acerca de las innúmeras cualidades personales e intelectuales que él mismo presenta.
El respetable, por lo general, reacciona de dos maneras: o bien mostrando una cierta verguenza ajena, que se traduce en carraspeos incómodos, ajustes de volumen de celular y escrutadoras miradas al techo o suelo de la sala, o bien entrando de lleno en el marasmo emocional que el presentador propone. En ese caso suele ser tristemente habitual que la presentación derive en psicodrama, con miembros del público interviniendo para agradecer al presentador su coherencia vital, rectitud moral e ímpetu creativo, virtudes que redundan, como no pueden ser menos, en beneficio de la Patria.
Hábitat común: Libros autoeditados, primeras exposiciones, reposiciones de obras teatrales, cortometrajes, mediometrajes, tratados técnicos, autobiografías, obras de autoayuda.

3) Escéptico-Revisionista: El presentador no está en absoluto convencido de lo que hace y se le nota; voz temblorosa en tono decreciente, presuntos sarcasmos por lo general clamorosamente fallidos y extrema brevedad en su intervención son correspondidas por un denso silencio por parte del público, cuya reacción oscila entre la piedad -las personas con recuerdos de infancia traumáticos, seguidores del Aurora y lectores de Isabel Allende- o la perversa satisfacción -el resto, que tendemos a fiarnos de Hobbes más que de Rousseau-.
Lugar habitual: El CCE, colectivos culturales de zona 1, grupos de ajedrez y damas.

Pero ya saben: siempre hay excepciones, y al final, ni muy muy ni tan tan.